9 de mayo de 2013

La sombra alargada es ahora la de una Higuera insigne.



HUERTO MÍO.

[...]
Mi carne, contra el tronco, se apodera,
en la siesta del día
de la vida, del peso de la higuera,
¡tanto!, que se diría,
al divorciarlas, que es de carne mía. 

Miguel Hernández.

Efe | Orihuela (Alicante)
Actualizado sábado 12/01/2013 12:38 horas

El ayuntamiento de Orihuela cambia "clones" de la higuera del poeta Miguel Hernández por árboles sobrantes de Navidad que sean susceptibles de ser replantados en parques y jardines de esta localidad alicantina.

Esta original iniciativa, denominada "Un árbol por otro árbol", fue estrenada hace unos días y, según han informado a EFE fuentes municipales, ya ha habido 30 vecinos que han depositado sus pinos o abetos de Navidad para hacerse con un ejemplar idéntico de la higuera que se halla junto al museo-casa natal de Miguel Hernández.

El ayuntamiento tiene preparados 240 de estos clones de la famosa higuera que inmortalizó en sus versos el poeta de "Perito en lunas" y "El rayo que no cesa".

Cada ejemplar entregado, de entre uno y dos metros de alto, es acompañado por una certificación firmada por el secretario municipal y el alcalde, el ecologista Monserrate Guillén, y también se adjunta una pequeña reseña de los versos que Miguel Hernández dirigió al ejemplar.

Estos pequeños ejemplares son "de fácil cuidado" y si se plantan ahora es previsible que broten las primeras yemas durante la próxima primavera.

Esta campaña emprendida por la Concejalía de Medio Ambiente, dirigida por la "verde" Anunciación Belchí, estaba en principio previsto que terminara el próximo lunes aunque se ha alargado el plazo para hacer el canje a fechas posteriores.


Bueno, pues todo esto viene a colación porque uno de esos clones certificados es el de la foto. Sí, un clon que por avatares de la vida, un oriundo de Villanueva de la Vera, que junto con su esposa, profesores de Filosofía ambos en esa localidad alicantina, han tenido la idea y el empeño de traer a nuestro pueblo.

Un lujo, que ahora se encuentra plantado en "La Presa", que ha "sentido" el cambio de clima inicialmente y que ahora poco a poco empieza a tomar fuerza.

Será increíble, que un día, con el poemario de este insigne y enorme Poeta de las cosas sencillas y humildes, del pueblo, de los olvidados, del luchador infatigable del terruño y la trinchera, será digo, para ponerse los pelos de punta leer sus versos  y compartirlos bajo la sombra de "su higuera". Aunque bien mirado, siempre es algo emocionante, con higuera y sin ella, nunca te deja indiferente y, a mí,  siempre me remece el alma.

Esperemos leyéndole, tranquilos, que ya nos protege su sombra.

Un ejemplo, y hablando de remecer:

        El niño yuntero.


Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.


Miguel Hernández.




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